Gracias por tanta luz
Romina, mariposa de mis sueños, ángel de mi vida, a cuatro años de tu partida te siento más presente que nunca. Y si a veces me pierdo, busco mi reflejo en las aguas del mar y a través de cien espejos rotos me encuentro con tus ojos mirándome fijo, compartiendo esperanzas. De ti aprendí la magia de valorar cada amanecer y de descubrir los milagros de la creación. Gracias a ti hoy sé que la medida de mi vida son los momentos de felicidad y no son tan difíciles de conseguir como uno suele creer. Te recuerdo y comprendo que la felicidad es, antes que nada, una decisión... y en mis manos está el poder de elegir a ser feliz ahora y siempre.
De tu forma de querer aprendí que el amor puede llegar a transformar cada pensamiento oscuro en pura luz, como lo eres tú ahora. Y me di cuenta de que el amor también nos hace apreciar la soledad. Porque solo estando cara a cara con mis miedos y con mis dolores podría regar mi alma para permitirle crecer a la semilla del amor que Dios ha sembrado en mí... y en todos.
Deseo que cada vez que abramos una ventana al cielo, te encontraremos ahí, nuestra hermosa estrella, brillando con todo tu esplendor, regalándonos sonrisas, juegos, canciones, ganas de bailar, sueños, cuentos y mucha fe en lo que vendrá.
Gracias por el milagro de Belén.
Hermoso
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